lunes, 12 de agosto de 2013

Cartel promocional... o algo así

Hace unos días le di a leer los dos primeros capítulos de Voces huecas a alguien, esperando que me diera su opinión. Aparte de decirme lo que ya sabía, que esta novela no es de lectura precisamente ligera, mencionó que hablaba sobre drogas y adictos, algo con lo que ella no estaba de acuerdo. No se refería a las menciones de ambos, claros y evidentes en la narración, sino a Emma y la pastillita que le da Lilliand para suprimir sus jaquecas. Pensé en las obras de William Burroughs y en las de Poppy Z. Brite como ejemplos de que un trabajo que trate sobre drogas puede ser muy hermoso, pero luego de esa conversación la idea quedó revoloteándome en la cabeza... y me di cuenta de que tenía razón. De cierto modo al menos, porque la pastilla de Lilliand no altera la consciencia de Emma ni le da súper concentración o cambia en lo absoluto sus aptitudes innatas. Sólo le quita su dolor de cabeza, lo que no le diferencia de cualquier analgésico efectivo.

Pero digo que tiene sentido porque Emma sí tiene una relación de codependencia con la pastilla. La necesita. No puede estar más de tres días sin ella o empieza a sufrir física y emocionalmente. Una especie de síndrome de abstinencia pero en menor grado. Aunque el tema de la drogadicción no es el central de la novela, ni mucho menos, es genial que haya gente que pueda creer que sí. La litetatura vive a través de las diferentes interpretaciones de los lectores. Dentro de ella no siempre hay una única respuesta correcta. Puede haber miles que ni siquiera se contradigan entre sí. Eso es lo que yo amo de este arte.

De ahí salió la imagen de ahora. Originalmente yo no pensaba darle mayor importancia a la pastilla que como algo que Lilliand tenía y Emma deseaba, pero eso no significa que no pueda sacarle partido más adelante.

Y sigo afirmando (redundancia aparte) que no soy ninguna experta en arte digital.


5 comentarios:

  1. Me gusta el cartel, pero no estoy de acuerdo en la crítica de esa burra ignorante y mojigata.

    La diferencia entre las drogas es que muchas veces la gente NO las necesita pero aun asi las prueban y una vez que se enganchan no las dejan. Casos como el alcohol, el tabaco, la marihuana, la coca, el crack, etc etc etc. NADIE necesita esas drogas, pero la gente las prueba y quedan enganchadas aun asi.

    MuEmma, en cambio, no es diferente de un paciente que necesita una medicina SI O SI por una dolencia fisica que se la manda. Si queremos llamar drogones o drogadictos a aquellos que estan dependiendo de una medicina, imaginese. Todos los enfermos (que NO eligieron enfermarse ni buscan el dichoso medicamento por placer) entonces son unos drogadictos, lo cual me parece algo ABSURDO. OFENSIVO... pero viniendo de una burra ignorante que lo mejor que sabe hacer es mojar las bragas con twilight y derivados, creerse algun ente superior "dizque mas consciente de la realidad" con derecho a criticar la vida ajena (aun sin conocerla), y encima, que cree que está bien mostrar su cara de vieja cincuentona... esperaba algo coherente?

    Espero que no.

    Así que siga adelante. No es que el cartel sea mala idea. A mi me parece FABULOSA, de hecho, pero lo que no estoy de acuerdo es darle la razon a quien solo critica por supina ignorancia y arrogancia.

    Besos.

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    1. Por eso decía en cierto modo, mon petit. De resto yo quedé alucinada con que se quedara con ese sólo detalle. Ni los autos voladores, ni los Anon, ni las drogas virtuales, ni la prostituta que vive en su mismo edificio... sólo en eso. Pero bueno, así pasa con la literatura: cada lector es un mundo. Y algunos lectores tienen más boca que cerebro, eso pasa también.

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    2. Coincido con la diferenciación que haces entre drogas y medicinas... pero matizaría en cuanto a la necesidad de quienes consumen unas u otras: la persona que prueba una droga de las llamadas “duras” puede que la pruebe sin necesitarla, pero cuando se engancha SÍ que la necesita, es dependiente de ella e irá más allá de todo en cuanto cree por conseguirla, aunque se asquee de si mismo. En ese sentido no es un vicioso, sino un enfermo o adicto... En cambio un enfermo crónico (no adicto) sometido a un tratamiento, si no lo puede conseguir por el motivo que sea podrá rebelarse, indignarse y sufrir las consecuencias... pero generalmente no traspasará la frontera "moral" de sus principios para conseguirlo… Entonces, ¿cómo se mide la necesidad?

      Ah, una cosita… desconozco el comentario que ha llevado a esta reflexión, pero espero que no sea una creencia general que las “cincuentonas” somos ignorantes… ;-)

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    3. En lo absoluto. Thay se refiere a una chica en especial cuyo aspecto le recuerda a una cincuentona. No tiene nada que ver con las que de verdad llegaron a edad.

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  2. Inevitablemente cada lector se impresionará de forma diferente ante la misma lectura dependiendo de qué le resuene al leerlo, a mí la pastillita también me despierta preocupación en cuanto a lo que Emma tendrá que hacer para conseguirla, y el relato en general me despierta muchas incógnitas, pero lo que más me toca la fibra es todo ese despliegue de poder y control de Anonymous... que quizá de todo el entorno que describes, es lo que me parece menos ficción…
    Ánimo y adelante con el relato, me tiene fascinada…

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