viernes, 28 de febrero de 2014

Capítulo 5 (preview)



Lo habían contratado al muchacho una semana atrás para reemplazar a Alejandro (al final este prefirió dedicarse de lleno al estudio), pero era la primera vez que lo tenía tan cerca.

-Hola.

Desde entonces habían compartido  un sólo turno a la mañana otras palabras que el saludo obligatorio del primer encuentro, cuando se lo presentaron. Era de un nombre corto que no recordaba haber oído antes junto a un apellido que le sonaba extraño, más propio de la invención que de la realidad.

-¿Te llamás Emma, no?


Era más bajo y delgado que él, aunque por poco. Miraba hacia arriba con unos grandes ojos azules impuros. El gel que utilizaba en el mojicano azul en su cabeza, peinándolo hacia atrás, desprendía brillos cada vez que movía la cabeza. A los lados el cabello negro se mantenía corto y lo bastante abundante para cubrir el color del cuero cabelludo. A pesar de los agujeros en los lóbulos no había piercings colgando.

-Te he visto el otro día por el centro, pero no me animaba a saludar. Andabas llevando una guitarra. ¿Sabés tocar?

Abel Catalejo. A quién se le ocurría, había pensado.

De pronto cayó en cuenta de que quería conversar.

-No -dijo, un poco perdido.

Era una situación nueva para él y no estaba seguro de cómo seguirla. Hubo un momento de silencio, que Emma decidió aprovechar para terminar de abotonarse la camisa. Justo cuando creía que el otro ya había perdido interés, volvió a hablarle.

-¿Y entonces para qué tenés la guitarra?

No sonaba como si le estuviera reclamando la incoherencia de poseer algo que no se sabía utilizar o como si estuviera decepcionado. Sonaba a una duda genuina que acababa de nacerle. Debía ser menor por un año o algo así. Dudó de la conveniencia de decirle la verdad antes de decidir que probablemente daba lo mismo.

-Para aprender.

-¿Ya sabes cómo?

-Más o menos -respondió Emma, para no mencionar que se había pasado una buena cantidad de minutos buscando una nueva cartilla clandestina para estudiante de la Universidad de Arte, especialidad Música, algo que estaba seguro le costaría por lo menos una multa. O las restricciones en la red se habían endurecido, a pesar de los bunnys, o no recordaba lo complicado que era encontrar ciertas cosas.



Acabó de colocarse el uniforme y se dirigió al espejo para que le arreglara la maldita corbata de moño. No importaba las veces que viera el proceso, el nudo correcto era algo que siempre escapaba de sus manos. Cuando vio su reflejo de frente se dio cuenta de que atrás le seguía el chico Abel.



-Che, ¿querés ir a un concierto?



Emma pensó en la lista guardada en su Anon. La casilla blanca que podría marcar con una X negra. Lo vio a través del espejo y por primera vez se dio cuenta de que el muchacho era guapo, con una cara de expresión abierta que lucía incapaz de ocultar nada. Resultaba obvio por qué Eva lo había contratado.



-Sí, claro -Le sonrió.

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